Un mosquito que me besa los brazos.
Se alza al cielo el chasquido
Que lo espanta en frente del barranco nuevo.
Y los camalotes no cuentan el tiempo,
Se balancean adustos en la corteza del agua.
Hacen ecos los peces atrevidos,
Que transforman la respiración en aureolas,
Y desisten por que les sobra el oxígeno.
Ocres son mis ojos al reflejo barroso
De la orilla que resbala de arcillas.
Mido con las rodillas los centímetros
De caldo salado que me entierra en la arena.
El fervor es animal, no es patria
Ni será agua nueva.
Los desniveles hubieran sido perfectos,
Potables, equilibrados…
Si la ciudad no hubiese estado posada en la costa.
30/4/09
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario