30/4/09

Las cáscaras sobre la tierra…
Todas llenas de callos,
Y con pasajeros corcovos
Entre los poros.
Pude acomodar el sol
Con las patas traseras.
Anidé en las rocas, mordí la pared.
Y agazapado te veo venir,
Con regalos en las garras,
El souvenir de oro en mi costilla,
Y tus manos tirando de las trenzas.

Detrás del tronco se asoman
Los ojos del cocodrilo.
Áspero es mi pesar,
Estoy mordiendo tabaco
Y perro seco…cocodrilo.
La cáscara llena de callos
Que mutan de colores
Con el óxido…cocodrilo.


La lágrima que se traga la tierra,
Y resbala sobre el estómago.
La necesidad de luz.
La membrana
Que protege las pupilas ardidas.
Solté las ramas de mi choza,
Para dejarte entrar cocodrilo.
Espero fingiendo el sueño
Que el hocico se humedezca.


Giras a mi alrededor cocodrilo…


Entre tanto ojo mojado y poncho,
La increíble soltura de la cadena animal.
Si bien presa gorda ésta,
Tampoco es tu idea dejar de mascarme.
Duermo con los limones amarillos,
Las serpientes de nueve cabezas,
Y los gatos muertos.
Duermo con el minotauro,
El centauro y la media oveja.
Duermo con la bruja, el centinela,
El espejo roto.
Duermo con el demente, el licor,
La solapa abierta, las exquisiteces.
Duermo con el elixir bajo el brazo,
La navidad y los enanos.
Duermo con bestias de ojos claros,
Pollos tuertos de fin de año.
Duermo con bucles desordenados,
Un pantallazo voraz entre los pies.
Duermo con el un rey de cuentos,
Con su sabia y su perfección inacabable.
Duermo con el inepto, con la Biblia,
Con los curas.
Duermo con cristo acompasado
En las alturas celestiales.
Duermo con la infamia, dura y trunca
Como los pilares de los hombros jactados.
Duermo con la síntesis del ardor,
Con el infinito cuento de las técnicas fibrosas.

Y siempre…..siempre….duermo
Con el cadáver de tu sombra.
Hay una guerra que tengo ganada.
Y los pétalos nunca
Dejaron de nacer en los campos,
Molidos a cántaros y azufre.

Y el sentido se recobra
Cada dos madres selvas
Que se distinguen en color,
Mientras el aroma
Es del mismo lago,
De esquina a esquina un compás,
Dos docenas de infidelidades,
Y el alma imperturbable,
Como las ranas bajo la lluvia.

Entra el viento por las ventanas,
Se compone la tarde de barro y sol,
Y las luciérnagas son múltiples
En medio de tanta humedad.
Ahora elijo la memoria
De los canales más profundos;
Habitando este claustro
Me repliego en la divinidad,
Y las certezas invisibles.
En el país de las angustias.
Convivieron nuestros patos
Y la malsana alegría
De los próceres sin pulir.
(En el camino de algún astro
Debe de haber resina).
En la salmuera de los peces,
En los bifes que nunca terminan
De cocerse, en la rejilla.
En la costra del vino
Durmiendo en los labios.
En los follajes amarillos
De un frío que decora su entrada,
En ese pedazo de piedra toscas,
Atada comiendo ensaladas,
Encontré tu energía,
El rey y la reina
Y hasta cinco alfiles
Obrando a mí antojo.
Cuando los pasos vuelven,
Siempre tiemblan las rodillas,
En las cartas explícitas
De las muecas hartas
Que se desparraman lisas en la pared.
La ironía se hace buches de sal
En la esquina de las plantas.
En el país de las angustias,
Quise guardar recaudo,
No salté el pantano, ni bajé del árbol.
En el país de los antojos,
Guardé una tregua que se hizo

Enfermedad.
Un corzo desprolijo.
Se caían las tintas del desvelo,
Contraigo los pulmones
Sin compás alguno.

En medio del cuerpo,
El exceso se hace harina,
Giran los brazos como molinos,
Sin compás alguno.

La plaza es larga,
Se estipulan los minutos,
El correr de venas se duplica,
Sin compás alguno.

Las paredes suficientes,
Controlan el ansia, recias
Acorralan la bestia que cruje,
Sin compás alguno.

Los almíbares desterrados,
Aprietan la correa lasciva,
Me llama el desdén suavizado,
Sin compás alguno.

El futuro y su masa falaz,
Degustando una vida desecha,
Se revuelca por el pasto sonriendo,
Sin compás alguno.
El consuelo no tiene volumen.
Se hizo gotas de agua,
Que sacan la lengua desde el invierno.
La paciencia se barre con las cenizas,
En todas las tardes asustadas
Por la irresistible congoja
De entregar dulces y jóvenes
Mis energías al mundo.
¿Es hora triste atardecer
De bajar mis pantalones,
Dócil y compresa,
Frente al ingenio sistemático?
¿Vale la delicadeza de las letras
Para una presión asesina,
Que empañando los vidrios
De mi más famosa capacidad,
Me deja en el peldaño mas bajo
De los podios inconclusos?


Yo no nací todavía.
Rodeada de agua vivo,
Atada de cordones duros,
A las paredes de un desierto.


Camuflada entre pulsiones heroicas,
Llora la bestia sin música.
Y decide cortarse las manos,
Hasta que algún mar de fuego
Se la trague con ruido de olas.




…Si ya no tiene trucos sin mostrar…


…Si ya no tiene nada por temer…
Un mosquito que me besa los brazos.
Se alza al cielo el chasquido
Que lo espanta en frente del barranco nuevo.
Y los camalotes no cuentan el tiempo,
Se balancean adustos en la corteza del agua.
Hacen ecos los peces atrevidos,
Que transforman la respiración en aureolas,
Y desisten por que les sobra el oxígeno.
Ocres son mis ojos al reflejo barroso
De la orilla que resbala de arcillas.
Mido con las rodillas los centímetros
De caldo salado que me entierra en la arena.

El fervor es animal, no es patria
Ni será agua nueva.
Los desniveles hubieran sido perfectos,
Potables, equilibrados…


Si la ciudad no hubiese estado posada en la costa.
Mirar de dragón…
Es un legado sonante
De todo aquello que arde
En los cuencos truncos
De esta médula ociosa.

Sentir a presión las fibras
En las mandíbulas,
Cuando el salar no es más
Que tu desventura.
La boca que digiere
Más muertos que vivos,
Y se empaca como mula
Cuando ese dedal
De baba la desvela.


Sequé la raíz del árbol milenario.
Corté por el medio el nudo.
Me filtré en las grietas del cemento.

En honor a tus alas contener la ira,
Respirar afuera…o adentro.
Curtí las arterias como cuero de vaca.
Congelé las telas para que se quiebren.

…y los ojos enmarcados piden algodón.
Tarde golondrina…
La suavidad la enterré con ataúd
Y media ilusión envuelta
En papel aluminio.
Ahora soy el buzón con pies
Que espía por el hueco de tus narices,
Escapa y se alimenta con terrones
De tierra roja, amarilla, negra
Y treinta mil nuevas profecías.




Tarde golondrina…tarde se va el sol.
Me alojo en la cresta de tu cintura.
Replico con los labios ardidos
Por un insulto cortes.
La seda es interna, cálida,
Sin turbiedades ni tensiones.
Despojado ser interno,
Dócil, chillón, apaciguado
Carnívoro, infame.


Allí donde está de rodillas
Mi elemento milagro,
Los fantasmas no entran,
No fantasean, solo devoran
Y se relajan felices,
Con la sonrisa espléndida
Brillando en los codos.
Cuadrilátero curvo,
Insulso clamor de primavera,
Severo símil de sapiencia:


Gracias por el boleto al sueño
Sin compañía.
No se abren las aguas para el mortal errante.


El crudo ahínco que
tomé en mamadera.
Había flores en el jardín,
Se asomaban a mi altura,
Estrechas y abultadas.
El vaivén del paso corto
Desesperaba mi pánico.


Había un monstruo que se salía por debajo de la cama.


Gritaba a dos voces que alguien
Se hacía gotas en el fuego.
No pude flotar más allá del chillido
Y sus matices agudos.
Les daba la mano y se las pintaba de colores.
Mientras cuatro ojos débiles
Me sugerían golosinas que alimentaran
Alguna laguna donde sea posible reír.
El terror no es exagerado,


No podía dejar los juguetes tirados.


La sensibilidad en los dientes es posterior.
Como un insecto bajo una piedra.
Contraída en volumen por el correr degenerado.
Y me volví sorda, como un flamenco
Que esconde el cuello, se llena los oídos de agua.
Los venenos de hoy en día, que se hacían púrpuras
En medio del río, en medio del barro endurecido.
Los dientes obtusos bendicen mi cárcel.
Los perros ladran más fuertes de noche,
Las arcadas son menos sonoras y saben mejor.

De improvisto me volví queja,
Aguda y perpetua, paciente y certera.
En medio de la sopa de tábulas rasas,
Combatí el desecho y pagué con piel.

Corral, corral y sus ovejas.
El corral de madera anudada,
El corral de las vacas.
El corral oxidado
De los dotes del cuerpo.
El corral emparchado
De la garganta excelsa.
Los corrales fumigados
Por las parcelas mentales
De quienes no reciben
Mas que el cuero, mismo
De la vaca, mismo igual
Al del corral.
Corral, corral y sus señores.
Con los zapatos sucios
De barro del corral
De las maderas anudadas,
Con el cogote de hierro.
Las vacas mueren
Y los corrales oxidados,
Fuertes, clásicos,
Prendidos de la rosa del norte,
Nos regalan cuero, que
Sin curtir, convierte las fauces
En el corral del ejercicio de la libertad.
Los candados de viejas molduras,
Decorados con solo una llave que los abra,
En el hueco de su inteligencia, me lamento.



En la cocina que duerme, toda azulejada ocre,
En el palacio de los fantasmas insectos,
En la letrina que resbala hasta la calle, lloro.
Sobre el pasto.
Sobre el linaje lleno de rocío.
Sobre el pelo, enredado.
Sobre las espaldas fuertes.
Sobre los labios caldos.
Sobre los tobillos marcados.
Sobre las manos pequeñas.
Sobre el cuello valiente.
Sobre los ojos heridos.
Sobre el vientre enderezado.
Sobre el espacio entre mis brazos.
Sobre mi nuca destapada.
Sobre los dedos de los pies desviados.
Sobre las caderas atolondradas.

Sobre todo lo que me conforme

26/4/09

Lana

-Mi nefasta bisuegra…diría…siempre demoro en hacer cosas cortas. Como limpiar los roperos. Y también demoro…más aún en hacer cosas largas. Y más demoro…mucho más todavía, en hacer cosas que tengo que hacer mas adelante. (comienza a sacar ropa. La música desciende. La luz se normaliza, hay muchos pulloveres). Amo las lanas. Tengo un fervor apasionado por la producción capilar de oveja, si es patagónica muchísimo mejor. Siempre supuse que la lana era un producto prodigioso de la naturaleza. Es la mejor de las superficies, el mejor de los abrigos, y puede una manipularla sin ton ni son.
Quiero Sangrar Rosado....
Hoy les voy a secar la bocha a todos con un sonajero. Vamos a saltar como sapitos colgados del techo. Quiero también que aplaudamos como los bebés, y sonriamos sin motivo aparente. Por ser hoy también les voy a convidar de lo mejor que tengo. Voy a cocinar y poner globos en la pared. En este mismo día de hoy, quiero que todos se abracen, y nadie vuelva sin amor o sin amantes. Voy a perfumar todo el ambiente de sonrisas, y cuando estemos en el cúspide del caldo, les voy a regalar una flor.
Y en el momento en que el sol salga, voy a cubrir sus ojos con cuidado, y todos vamos a cantar bailando lerdo alrededor de los árboles.


Y
que nadie esté pendiente del tiempo. Que nadie pueda detenerse a pensar mas allá de su rasgo humano bullicioso, insolentemente inmaduro, literalmente liberado, anestésicamente reparador!


Para todos ustedes….siempre tengo la mesa servida.