Comenzar a revolver entre los paquetes. Reaccionar a sacudidas torpes de cabeza, segregarse entre las rejillas torcidas de la vereda, o pulirse como palo de escoba entre apretujones de manos que traspiran hemorragias perplejas por la tristeza que les da pulso. Mil millares de horas construyendo un edificio planificado con cartas viejas, que no se soportan en sus pies ni hacen el esfuerzo…si no cuenta con otro mazo tanta intención de elegancia. Y entre los gargajos me piden que ponga de rodillas mi pureza ante el artificio de la moral. Llenos de curvas cargadas los que se ríen siempre visten oscuro. Fijate en la hilera de hormigas quien se jacta de cargar menos, y siete de granos de arena merecen las muelas tuyas, talladas en marfil y sangre de un animal muerto. No me interesa la corteza de ese limón pasado, soy más soluble en los aires si no respondo a la necedad. Y floto con demencial satírica mientras concluyo en creer que tu inteligencia te marca mi sabiduría en las costillas, por dentro cerca de la sangre. Si que te ame no requiere que te dé la razón. Ahí estás, con la impronta manuscrita de la estirpe, golpeando en mi cabeza con los nudillos, dudando de que haya alguien. Colaboración para este calor amamantado, que se me permita cerrar la puerta, y abrir las piernas, tanto que se sienta el crujir de los cartílagos acompasados con el colchón o el mismísimo hierro aterciopelado. Siento tus dedos haciendo piruetas atrás de mi nuca. Lo entiendo en el mismo cortejo de tus sonrisas, si tu ánimo depende de cuantas arcadas llegaste a mostrar. Leo en el doblez de tus tobillos decaídos tus intenciones, que sólidas hacen su fortaleza, y nunca tuve armas medievales, y a pesar de todo, sigo siendo vulnerable al aceite caliente. Porque me encanta soportarlo. Porque mastico en tu cara que no es picadura suficiente la de las arañas pequeñas. Y con las gotas de óleo marcando las encrucijadas de mi cuerpo, sonrío como una virgen en su altar, sin jamás permitirse llorar este ente de granito, traído de los mares y ríos, perfecto hijo mestizo de la parca asustada de las guerras. Mirando las fieras de frente, entre canibalismos odiosos que consumen mis entrañas para ahogarse en su propio desperdicio, me despojo de la necedad, y de las canteras donde explotan virutas todo el tiempo en mi interior. Y todo…todo se perla con tornasoles aguados en las paredes de mis órganos. Siento profecías en los latidos cuando dejo que te alimentes de mi aliento y mis pasionales esfuerzos. Soy la galaxia entera cuando no necesito ojos que me procuren vencedora de esta guerra de gallos sin cuello…y con la cresta decaída.
Ahora bien….quién te quedaba por decir?
14/1/09
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1 comentario:
Hola. te invito a que pases por mi blog.
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