Tengo el color del delincuente.
Una vela entre los dedos de los pies.
En el fondo de la lata, se enredó entre cadenas
El libro de los cuentos.
Ahí donde la brisa es de oro
Y los enjambres juegan pulseadas
Con los besos de premio.
No se movieron mis manos de esa tierra.
No bajó del cielo un recto rayo de luz,
Que me dictara señales en la espalda.
En el fondo de la tierra, quizá
Exista mi reserva de emociones.
En las esquinas donde se acostaron
Un puñado de fantasmas
Que no llenan la palma de una mano.
Sobre las ruedas de un gigante
Que se tropieza con pájaros y búhos.
Seguimos las huellas de la arena.
Sobre las venas de un mapa
Trazamos una odisea destartalada.
El falso coraje me alimenta los fervores,
Mientras replico a la grieta de un balde,
Que tan sabrosa es la impureza.
Son plantas de plástico.
Al fin y al cabo…
Una vela entre los dedos de los pies.
En el fondo de la lata, se enredó entre cadenas
El libro de los cuentos.
Ahí donde la brisa es de oro
Y los enjambres juegan pulseadas
Con los besos de premio.
No se movieron mis manos de esa tierra.
No bajó del cielo un recto rayo de luz,
Que me dictara señales en la espalda.
En el fondo de la tierra, quizá
Exista mi reserva de emociones.
En las esquinas donde se acostaron
Un puñado de fantasmas
Que no llenan la palma de una mano.
Sobre las ruedas de un gigante
Que se tropieza con pájaros y búhos.
Seguimos las huellas de la arena.
Sobre las venas de un mapa
Trazamos una odisea destartalada.
El falso coraje me alimenta los fervores,
Mientras replico a la grieta de un balde,
Que tan sabrosa es la impureza.
Son plantas de plástico.
Al fin y al cabo…